Lo que la cultura nos posibilita, lo que la cultura nos ciega…
Mi intención es articular varias ideas que se me gatillan hoy, por los acontecimientos que están ocurriendo.
Estoy influenciado por haber participado como estudiante y colaborador desde hace más de 5 años en la Escuela Matríztica de Santiago, fundada por Humberto Maturana y Ximena Dávila.
Gracias a este vínculo y por un acuerdo inicial de colaboración, participe junto con otros, en encuentros con Peter Senge, en lo que fue evolucionando a hoy, en la Academia para el Cambio Sistémico.
Esto me llevo a profundizar en estas corrientes e integrar algo de lo que Peter Senge plantea en La Revolución Necesaria, y lo que Humberto Maturana y Ximena Dávila, en el habitar Humano, “estamos ante la posibilidad y necesidad de un cambio psíquico de conciencia en la humanidad”.
Quiero relacionar esto con los recientes desastres ocurridos en Japón, donde en el mundo entero observamos consternados y con impotencia, frente a la fuerza de la naturaleza.
Toda la tecnología de uno de los países más avanzados del mundo, no encuentra soluciones para esta magnitud, sacudiendo nuestro ego de manipuladores de la naturaleza y los elementos, en esta biósfera en la que habitamos.
Muchos corremos el riesgo de olvidar lo ocurrido si no somos conscientes de:
¿Qué aprendimos? ¿Ya saltamos a la otra noticia? ¿De qué no estamos nuevamente conscientes? ¿Ya dejamos de sentirnos con ganas de colaborar y salimos a luchar en nuevas guerras?
Hemos desarrollado muchas innovaciones con la tecnología, pero no hemos evolucionado de la misma manera, en una conciencia universal para vivir en la colaboración como comunidad humana, aunque estos grandes desastres nos hacen movernos en la cooperación.
Estamos frente a desafíos donde podemos tomar consciencia de un cambio psíquico, sistémico, humano para hacernos cargo y encontrar una salida a los grandes problemas a resolver.
Como dice un amigo, “la salida está adentro”, a mirarnos nosotros en relación a otros.
Necesitamos de muchas acciones de liderazgo urgentes de parte de muchas personas, cualquiera sea la organización en la que estén, el cambio es urgente, no podemos darnos el lujo de esperar más tiempo.
Por esto quiero traer el artículo de Mariana Trigo Viera De la Redacción de la nación, publicado el 16 de marzo, “Por qué no hay saqueos en Japón”.
“Ahora seguro suben los precios de los productos de primera necesidad”, me dijo un amigo refiriéndose al desastre que hoy sigue viviendo Japón. “No creo, no los imagino haciendo eso”, le contesté. Es que no se manejan de esa manera, frente a una catástrofe de esta magnitud. A ningún japonés se le ocurriría hacer negocio con la tragedia.
Para algunos será difícil de entender y a otros les generará hasta un poco de envidia, pero la realidad es que en Japón no hubo saqueos ni grandes disturbios tras los terremotos y posteriores tsunamis. De hecho, la policía sólo salió a las calles a rescatar ancianos, niños y ayudar a los más damnificados. No fue necesario que marcaran los límites porque cada uno de los ciudadanos tiene bien en claro cuáles son.
La sociedad nipona tiene un pensamiento de tipo grupal y eso es una gran virtud en momentos como este. No hay espacio para el individualismo. La prioridad siempre es el otro y eso lo viví en vivo y en directo muchísimas veces, cuando se desvivían por ayudarme al verme cara de extranjera. Esa manera de pensar es la que los ayuda hoy más que nunca, es la que les permite darse cuenta que si hacen algo que perjudique al otro, se están perjudicando a ellos mismos.
Se me ocurre una pregunta: ¿Sabrán qué quiere decir la palabra “saqueo”? Digo, porque nosotros no necesitamos de un terremoto para experimentarlo. No sé si sabrán qué quiere decir, pero lo que sí saben seguro, es lo que significa vivir una catástrofe. De hecho varias generaciones de japoneses ya las han experimentado.
Pero. ¿Dónde aprendieron a ser tan calmos, tan correctos? Me acuerdo que durante mi estadía, esa actitud muchas veces me llegó a poner hasta nerviosa, pero hoy los admiro, y me animaría a decir que no en cualquier otra parte del mundo sucede esto. “Y qué querés, son del primer mundo”, me contestarían muchos de ustedes. Creo que esta reacción no tiene que ver exclusivamente con el nivel de confort en el que viven, aunque reconozco que el no pasar hambre influye bastante. El respeto hacia el prójimo en absolutamente todas sus facetas y frente a cualquier escenario es parte de la idiosincrasia japonesa; es como si lo llevaran en su ADN.
Sin embargo, a pesar de haber vivido allá y de creer que los conozco bastante, me sigo sorprendiendo de sus conductas. Hoy Japón tiene problemas muy graves: las continúas réplicas, los tsunamis, la amenaza nuclear, el dolor, el miedo y otras tantas cosas; pero hay algo que tiene a favor y siempre lo tendrán, se tienen a ellos mismos. Mientras cada japonés se comporte en pos del grupo y del bien común, Japón seguirá caminando… y casi sin darse cuenta, nos están dando una lección a muchos de nosotros.
En la cultura están las respuestas y las posibilidades, todo lo que es posible, lo es, por la estructura biológica y la cultura de las personas participando en sistemas.
Uno de los modelos mentales de la cultura japonesa es la cultura Samurai.
Deber y lealtad, justicia ética, sinceridad, cortesía, compasión, coraje y honor ¿son atributos válidos en las organizaciones hoy?
Estos principios o valores son universales, lo que varía en cada cultura es el comportamiento observable o el “hacer”, que hace sentido a esa cultura en particular.
Estos principios no se enseñan, se viven, se actúan.
Es curioso observar si han participado de alguna actividad de esta cultura.
Por ejemplo si fueron a un jardín Japonés, como hay en muchos lugares del mundo, tal vez vivieron la experiencia de moverse en ese lugar con respeto hacia las personas y el lugar, humildes frente a la belleza y artistas o maestros que suele haber, cuidando responsablemente ese medio ambiente.
¿Cómo es que eso ocurrió? ¿Acaso alguien nos lo impuso?
Eso ocurrió por el contexto, la manera de operar de la cultura del lugar.
Desarrollar valores como la responsabilidad, honestidad, integridad, ética, humildad, compromiso y respeto. Estos valores no pueden implantarse por orden de algún superior, solo pueden generarse desde la transformación en la conciencia de los miembros y en el hacer.
Reflexiones
Invito a considerar una cambio psíquico de conciencia en nosotros humanos, para producir una revolución necesaria pacífica y armónica, en los entornos donde participamos, para el cuidado de la biosfera y la antroposfera que habitamos, para poder evolucionar juntos en la conservación de espacios de bien-estar, de respeto por el medio, por nosotros mismos y por los otros.
- ¿Qué acciones pondrían de manifiesto los valores: lealtad, justicia ética, sinceridad, cortesía, compasión, coraje, honor, respeto, compromiso?
- ¿Qué decisiones tomamos que conserven el bien-estar y el cuidado del medio que habitamos junto con otros?
- ¿Qué cosas podemos hacer en nuestro entorno?
- ¿Con qué redes tenemos que mantener contacto para colaborar?