Las mil empresas de Fortune usan al coaching como herramienta de desarrollo de sus cuadros gerenciales.
El coaching personal y profesional es una relación que ayuda a las personas a obtener resultados extraordinarios en sus vidas, carreras, negocios u organizaciones. Se trata de un proceso de reflexión y acción.
El coach puede ser visto como un facilitador de este proceso, siempre y cuando el coachee esté dispuesto a revisar sus supuestos, en un espacio de confianza y respeto, tomando conciencia de dónde está y dónde quiere estar.
En un proceso de coaching se establece un compromiso en común entre las partes. El profesional capacitado tiene la habilidad de conversar para generar los contextos en las diferentes etapas de ese proceso. Las personas en proceso de coaching quieren producir mejoras y desde allí trabajan en el desarrollo de lo que consideran les falta aprender, reflexionar o accionar.
Las competencias del coach le permiten generar espacios de reflexión, en los que el coachee se permite pensar “en voz alta” y declarar sus posibilidades. Asimismo, el coach está alerta y revisa sus opiniones acerca de lo que cada uno puede lograr o no, en especial si esas creencias limitan el espacio de posibilidades del coachee.
Así, ambos acuerdan las reglas del juego que determinan el marco de la relación. Juntos monitorean los indicadores de gestión o perfomance estratégicos, con lo que se transfiere lo aprendido a las áreas de interés y además se aplican a lo que falta, corrigiendo los desvíos en relación con el proyecto declarado.
Ambos establecen una relación de confianza, respeto mutuo y gratitud. En tal sentido, reconocen lo que les falta, sus logros y festejan los resultados. Estas distinciones no son nada nuevo, son propias de la antigua manera de transmitir conocimientos, de entrenar o enseñar las artes y los oficios.